Capítulo XIV: Puente Einstein Russell.
Foto captura: Avengers, Endgame. |
Estaba sentado frente a ella en la pequeña
sala de su casa, había otras personas, pero sólo se limitaban a escuchar
nuestra conversación, no tenían la mínima intención de intervenir.
- Me
pidió coordinar contigo para entregártelo —Me dijo ella, sentada frente a mí.
Haciendo alusión a un recado de su hijo—. Sólo que no tenía como comunicarme
contigo, pero sigue estando allí guardado.
- Sabrá que ni me acordaba de eso —me
apresuré a responderle—, tomando en cuenta el tiempo que ha pasado dudo mucho
que aún me quede. Pero descuide, hoy no me lo llevaré, sigue lloviendo afuera.
- Sí,
lo mismo me dijo cuando se fue, sólo lo cambie de bolsa, espero no te moleste —repuso—
me gusta ese tipo de bolsa para ir al mercado, me ha ayudado mucho. Yo hablo
con él… bueno, hablaba. Solía hacerlo. Pero bueno —enfatizó a modo de lamentó a
la vez que encorvaba su cabeza a modo de aceptación—.
Una sola vez había llegado a cruzar palabras
con esa mujer y hacía más de dos años, pero sólo bastaron aquellos veinte
minutos de conversación para entender el efecto que ejercía el no tener
comunicación regular con su hijo desde que había decidido emigrar a otro país. Tenía tres en casa, en qué apoyarse y redimirse, pero dudo mucho que para una madre un
hijo pueda ser algo reemplazable. Se le notó cabizbaja y afectada, pero se
repuso en un instante.
. . .
Llegué a casa unas horas después, empapado
por la tormenta de esa tarde. Me duché y me tiré sobre la cama. Llevo un tiempo
inquieto, carente de ideas creativas y la situación país me enturbia aún más la
mente al leer y escribir. Divagando entre una cosa y otra surgieron varias
propuestas, resultado de las cuantiosas horas de largometrajes frente al
computador, pero nada claro y conciso. Queriendo contar muchas cosas conforme a
las voy sintiendo, pero sin tener las palabras concretas.
Pasé varias noches soñando con caos,
destrucción y muerte en mi vida; el encargado de la tienda donde trabajo dice
que es mi subconsciente hablándome y exigiéndome aceptar mi realidad, pero la
cosa es ¿qué realidad? Probablemente lleve mucho tiempo reprimiendo cosas en mi
ser, no cabe duda, pero todo termina convirtiéndose en un bucle, como una cinta
de Möbius, en donde por más que gires siempre terminarás en la cara de partida.
Con el cursor titilante sobre la pantalla, empecé a darle forma a algo pequeño
que tenía apuntado sobre una hoja de papel a modo de nota.
El tiempo pasa y como en el post anterior,
no tiene pinta de mejorar en lo más mínimo. Abundan los discursos carentes de
efecto, las ideas carentes de seguidores, las leyes carentes de amparo —sí,
aunque les parezca contradictorio, hasta esto eso se ha llegado a perder—.
LOS HECHOS
En días recientes, realicé una consulta a través de una de mis redes sociales a fin constatar la opinión de los internautas en referencia a la decisión de algunas empresas de chantajear y obligar a sus empleados a asistir a sus puestos de trabajo, por sobre cualquier incidencia que se pudiera presentar y considerando las actuales medidas producto de la pandemia por Covid-19, y el déficit de combustible, a nivel local. Muchas personas acotaron que «una economía no se mantiene con todo un sector paralizado y que es necesario e indispensable laborar». Es un argumento plausible de eso no hay duda, pero sin salvaguardar la integridad de cada persona que labora no vale la pena ningún tipo de sacrificio.
Sabemos que con argumentos no se llena una
nevera, ni se pagan los servicios ni la renta, pero en contexto, estamos siendo
garantes de nuestra propia autodestrucción, aun cuando sabemos que en una
balanza el mayor peso lo tendrá cualquier deber y responsabilidad. Aun así,
sepan que Caracas ha estado liderando las cifras de contagios por estados, más
que por necesidad de producción, por nuestra propia negligencia.
Vuelvo a la cama, recuerdo y me deslizo como
en un tobogán alrededor de mis últimos errores, mis recientes frustraciones y
continuos fracasos. Admito que no he tenido problemas para dormir, por el
contrario, mi cuerpo ha encontrado libertad en esos momentos, pero no es más
que una sutil forma de procrastinar.
LINEAS DE TIEMPO ALTERNATIVAS
Continuamente la mente se la pasa recordando
el pasado y las decisiones que se han tomado. Desde luego, quién después de una
situación no ha dicho o pensado ¿qué hubiera pasado si en vez de esto, hubiera
hecho esto? O ¿y si en vez de esto, hubiera dicho esto? Generalmente generamos
una situación en paralelo en donde nuestros argumentos son los vencedores y
salimos indemnes, grosso modo cada vez que nuestros argumentos son refutados.
Imagínense por un instante que corregimos todos
nuestros desaciertos y nos va a color de rosas, lo que fue un desacierto para nosotros
y un acierto para otro, se convertiría en un desacierto para esa persona y un
acierto para nosotros, por consiguiente, esa persona intentaría corregir todos
sus desaciertos y se invierten los sucesos. Estaríamos generando una paradoja
que nos llevaría a un bucle. A este tipo de situaciones, podríamos denominarlas
Líneas de Tiempo Alternativas, que vendrían siendo como un universo paralelo.
A lo que quiero llegar, es que tratamos de
redimir nuestros actos por culpa luego de haberlos realizado, sin considerar en
las repercusiones que estos generan antes de efectuarlos ¿no les ha pasado? A
mí sí. Aunque parezca algo fantástico y de ficción, no se puede cambiar las
cosas, el pasado es sólo uno. Encontrarse en dos épocas del espacio-tiempo no garantiza
que vayamos a modificar lo que pasó. Matemáticamente es posible, podemos hacer
este tipo de acciones, aunque de forma material no lo sea por no contar con las
condiciones y equipo necesarios.
Probablemente mi amigo se de cuenta muy
tarde de lo que está pasando, o tal vez lo sepa, pero no le presta el mínimo de atención; probablemente aquel chico cuan novia le pidió desalojar su casa, se dé cuenta que vender todos sus bienes no es la solución para aportar ingresos
a un hogar en donde la mayor carencia no es la monetaria; probablemente el de las
fotos en las redes entienda mucho tiempo después que el vacío emocional no se
llena con muestreo sin salir incólume. Ese es el punto, uno de nuestros grandes problemas en no
saber adónde ir... cuando ya no están.
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